En Sevilla, en el año de 1,836, el 17 de febrero nace Gustavo Adolfo Dominguez Bastida, conocido en el mundo de la literatura y por los cuates como Gustavo Adolfo Bécquer.
Poeta y narrador español perteneció al movimiento del romanticismo tan de moda en aquella época.
Nace en el seno de una familia de pintores, su padre, su hermano y su tío. Estudio pintura en el taller de este ultimo quien le pronosticó: "Tu nunca serás un buen pintor, sino un mal literato"
El tío no acertó, si bien no fue conocido como pintor no fue un mal dibujante (el de abajo es de Gustavo), en cuanto a la literatura fue un escritor brillante. El romántico imprescindible.
Practicó el periodismo, escribió relatos y poesía, colaboró en algunas zarzuelas, se interesó en la historia (Historia de los templos de España), y para poder comer ejerció el oficio de censor de novelas. Por supuesto su trabajo mas conocido es Rimas y Leyendas.
Su vida fue trágica y romántica, como su obra. En el compendio de desgracias que le tocó vivir a esta alma atormentada destacan, entre otras, el quedar huérfano a muy temprana edad, padecer muchas enfermedades como tuberculosis y alguna venérea, pierde el original de su libro de poemas en una revuelta popular.
Eterno enamorado y mal correspondido, su esposa, Casta de nombre, le salió todo lo contrario y le obsequia unos maravillosos cuernos y para continuar con sus desgracias, su tercer hijo parece que no es de el. Así cualquiera es trágico.
Su poesía es íntima, no tiene la espectacularidad de otros, es una lírica no declamatoria, sino para decirla al oído, son pequeñas joyas del romanticismo, apuntes amorosos, trazos espirituales, lacrimógenos y para el gusto de hoy extremadamente cursi. En mi primera y ahora en la cuarta juventud la encuentro encantadora.
Finalmente lo vence la tuberculosis, enfermedad que Alejandro Dumas convirtió en obligada y de buen gusto para morirse dignamente de amor, como su Dama de las Camelias. En Madrid, a las 10 de la mañana del 22 de diciembre de 1870 a los pocos 34 años de edad. Sus últimas - y por supuesto trágicas- palabras fueron: "Todo mortal"
...aquel día hubo un eclipse de sol en Madrid.
Este poema es uno de mis favoritos, disfrútenlo
Ramón
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Bècquer, mi favorito entre muchos, desde mis mocedades. Sylvia
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