Viajero que vas

La verdad la literatura y yo como que no nos llevamos muy bien. Eso ha sido un problema desde que en la secundaria y la preparatoria insistían en esta materia. Por fortuna en la carrera no hubo más conatos de literaturizar a personas como yo. Algunos me dicen que no he encontrado ese motivador que despierte en mí al lector perdido. Yo pienso que de ser eso cierto, entonces soy medio lento porque ya casi le llego al medio siglo y no veo claro. Seguiré intentando, algún día lo podré lograr, mientras tanto en esos pininos he encontrado algunas cosas que me han divertido.

Esta intervención tiene tres objetivos principales: Inaugurar esta sección que pienso le hace falta a este espacio; compartirles algunos comentarios sobre un libro que me hizo pasar muy buenos ratos durante algunos viajes de trabajo y el más importante de todos, provocar al creador de este blog (y a algunas personas muy cercanas) para que nos comparta aunque sea una parte de los muchos, muchos libros que ha leído.

Ahora bien, los que hemos tenido la oportunidad de viajar ya sea por trabajo o por placer, nos ha tocado vivir muchas mini historias de temas tan variados que si uno se lo propusiera hasta podría hacerse una buena película. Normalmente los viajes de trabajo están tan llenos de estrés, de carrera contra el tiempo que no nos ponemos a observar, ya no a pensar, a observar. Esto es muy diferente en los viajes de vacaciones, en donde el estado de ánimo es otro.

Hace algunos meses tuve una etapa de viajes frecuentes, tan frecuentes que el Ipod ya no lograba del todo entretenerme en las salas de espera. En uno de esos viajes andaba yo babosing around y me encontré un libro de un autor de quien regularmente leo su columna en el periódico. El es algo así como el América (con sus debidas proporciones), hay quien lo quiere y quien lo odia (esto lo sé por mi investigación personal de mercado que he hecho). El es Germán Dehesa y el libro se llama Viajero que vas (por si no habían visto la imagen). En este texto relata una serie de observaciones realizadas en sus múltiples viajes. Para los que no lo han leído, tiene un estilo muy especial de escribir y de narrar las cosas que quizá es lo que hizo que fuera entretenido para mi.

Yo me considero una persona que no es muy expresiva (o nada expresiva), pero este libro hizo reírme en muchas ocasiones e inclusive soltar una que otra carcajada al haberme recordado alguna situación que me sucediera en alguna ocasión. Se los recomiendo.

Saludos
Ignacio