Antes todo era más fácil, los idiomas tenían por objeto que las personas se pudieran comunicar, entender entre sí. En realidad los seres humanos no necesitaríamos más que un solo idioma universal –el Esperanto lo intentó, con poco éxito, hoy es el idioma universal menos hablado-, pero como siempre, la vanidad del hombre fue la causante de sus desgracias, si nos creemos que los diferentes idiomas surgen como un castigo divino por el tema aquel de la torre de Babel con la que se pretendía llegar al cielo. Con ello surgió el despelote comunicativo y las escuelas Berlitz.
También para nosotros, más o menos modernos, las cosas han cambiado para hacerse más complicadas. Por ejemplo cuando yo iba a la escuela (Se escucha en las tribunas un: Uuuuuh) estudiábamos las asignaturas Español, literatura española y las etimologías Griegas y Latinas del Español.
Eso fue cuando en la antigua moneda española, la peseta, podía leerse que España era “Una, grande, libre”. Han cambiado las cosas, ya no es una, sino que se compone actualmente de 17 comunidades autónomas. Es un poco menos grande ya que en el año 1976 perdió su antigua colonia del Sahara Occidental y con ello mucho territorio y arena para playa y construcción. Lo que es verdad es que ahora es mucho más libre porque perdieron a Franco –Aunque en venganza parece que les dejaron a Aznar, Zapatero, al Sr, Rajoy y a la monarquía completa-.
Con todos estos cambios, ahora resulta que nuestra lengua es el castellano, por obra y gracia de la constitución española del año 1978, que en su artículo 3 menciona que “el castellano es la lengua española oficial del estado” y que “las demás lenguas españolas, serán también oficiales en las respectivas comunidades autónomas”.
Por tanto si alguien nos pregunta qué idioma hablamos y contestamos que el español, con toda razón podrían pedirnos más precisión: ¿habla usted Catalán, Euskera, Castellano, Gallego o algún otro?
El problema no termina ahí, sí dijéramos que castellano, todavía podrían solicitarnos más detalles: ¿Castellano de Castilla, de Venezuela, Yucateco, Regiomontano, Spangles de la frontera norte, Cordobés o Porteño Argentino, Ecuatoriano o el sabrosísimo y alburero Chilango?, porque en cada lugar las mismas palabras y frases pueden tener significados muy diversos.
Cuando he expresado entre españoles la típica oración: “Me voy a dar un regaderazo” se me quedan viendo con mucha extrañeza, ya que lo que para mí significa que tomare un baño, ellos se imaginan que procederé a darme de golpes en la cabeza con una regadera.
Ahora que recordaba las viejas pesetas y al dictador, en el reverso de esa moneda decía: “Francisco Franco, caudillo de España por la gracia de Dios”. En México la palabra “gracia” la usamos también en otro sentido. Cuando decimos: “El niño ha hecho su gracia”, queremos significar que hay que cambiarle el pañal. También es común escuchar –cada día más- que “la nena salió con su gracia” lo que significa que la jovenzuela está ligeramente embarazada.
Con esto quiero ejemplificar las diferencias del mismo idioma en los distintos lugares. De como las mismas palabras hacen sentidos diferentes y de ninguna manera decir que Dios tuvo nada que ver con el tema de Franco, que conste.
Sin duda el idioma tiene que mejorar mucho para podernos comunicar cabalmente. En el poema siguiente, que me fusilé del blog de mi amiga Elsa, podemos encontrar jocosos ejemplos de las cosas que hacen falta. Les recomiendo una lectura cuidadosa, seguro terminaran a carcajadas.
Pedro Pérez Paticola,
cual la Academia Española
“Limpia, Fija y da Esplendor”.
Y no por ganas de hablar,
pues les voy a demostrar
que es preciso meter mano
al idioma castellano,
donde hay mucho que arreglar.
¿Me quieren decir por qué,
en tamaño y en esencia,
hay esa gran diferencia
entre buque y un buqué?
¿por el acento? Pues yo,
por esa insignificancia,
no concibo la distancia
de presidio y presidió,
ni de tomas a Tomás
ni de topo al que topó.
Mas dejemos el acento,
que convierte, como ves,
las ingles en un inglés,
y pasemos a otro cuento.
¿A ustedes no les asombra
que diciendo rico y rica,
majo y maja, chico y chica,
no digamos hombre y hombra?
por eso no encuentro mal
si alguno me dice cuala,
como decimos Pascuala,
femenino de Pascual.
¿Por qué llamamos tortero
al que elabora una torta
y al sastre, que trajes corta,
no lo llamamos trajero?
¿Por qué las Josefas son
por Pepitas conocidas,
como si fuesen salidas
de las tripas de un melón?
¿A vuestro oído no admira,
lo mismo que yo lo admiro,
quien quiera descerraja un tiro,
dispara, pero no tira?
Este verbo y otros mil
en nuestro idioma son barro;
tira, el que tira de un carro,
no el que dispara un fusil.
De largo sacan largueza
En lugar de larguedad,
y de corto, cortedad
en vez de sacar corteza.
De igual manera me quejo
de ver que un libro es un tomo;
será tomo, si lo tomo,
y si lo no lo tomo, un dejo.
Si se le llama mirón
al que está mirando mucho,
cuando mucho ladre un chucho
se lo llamará ladrón.
Porque la sílaba “on”
indica aumento, y extraño
que a un ramo de gran tamaño
no se lo llame Ramón.
Y por la misma razón,
si los que estáis escuchando
un gran rato estáis pasando,
estáis pasando un ratón.
Y sobra para quedar
convencido el más profano,
que el idioma castellano
tiene mucho que arreglar.
Ramón
PD. A menos que el autor del poema sea el Sr. Pérez Paticola, desconozco al autor de tan maravilloso trabajo
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